miércoles, 22 de febrero de 2006

domingo, 22 de enero de 2006

Cuando miro la ventana aqui abajo no vienen recuerdos de infancia, ni olor a sopaipillas (por tratarse de la ventana de la cocina), o tardes de sobremesa sureña. Nada de eso, sino silencio. Incluso si aquí abajo hubiese más fotos, donde aparezcan esos muros de cuatro metros y cada una de las sombras desparramadas sobre ellos, también habría silencio. Debe ser porque yo la conocí en sus últimos años y siempre fue así, como una abuela que cuando te recuestas en sus rodillas te sonríe calladamente, con esas muecas de rostro añoso que guardan vidas enteras.
No puedo decir que no hay nostalgia cando la recuerdo, pues en los últimos tiempos pasaba por ahí y me escondía por las tardes.

esta fue la última tarde,en verano supongo. el lugar parecía sucumbir al silencio y a esa penumbra que aparece cuando las cosas se despiden de uno,esa que se roba los colores de a poco y frota los muros como para borrarlos.
no recuerdo números, pero ya fue hace bastante.
primero solo eran mis pasos y uno que otro quejido de la doña con voz de tabla añeja; pero esa tarde hubo visitas, recorrida como prostituta la pobre, y la paga vino con martillos.

hoy prefiero no visitarla,entre astillas y tablones me costaría reconocerla, aunque a veces sin querer la recuerdo y hasta casi creo que descansa.

jueves, 19 de enero de 2006

Aplastamiento de las gotas

"Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve.
Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol. Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse.
Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós."
J.Cortázar